Los alimentos frescos , en especial la carne y el pescado fresco, pueden ser un foco de graves enfermedades, ya que sus tejidos superficiales, así como los utensilios y equipos empleados en su manipulación, son un medio excepcional para la proliferación de microorganismos patógenos.
Para la conservación y almacenamiento de la carne y el pescado se requiere el frío y la congelación, pero no basta con esto. Los gérmenes y mohos que habitan en la superficie y que han sido paralizados mediante el frío, vuelven a recobrar su vigor cuando retoman la temperatura ambiente.
La eficacia para evitar la contaminación de productos cárnicos y pescado se encuentra en la cadena de distribución desde el matadero a las tiendas. Aquí es fundamental no romper la cadena de frio.
En el sector de la distribución alimenticia de fresco el tratamiento con Ozono es el método de desinfección más seguro, eficaz.
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